Tripartita

Cuento y foto: Bruno Herley.

Carlos abrió la puerta y entró Dios, después el Diablo. A las tres de la tarde, como estaba previsto, los recibió en la sala de su casa. Para ello dispuso de té verde para avivar la plática y galletitas de arroz para disimular los silencios incomodos. Sentados en los sillones, miró como el Diablo había tomado para sí la mayoría de las galletas.

—No le hagas caso, así es éste —dijo Dios.

—Bueno desde que me arrojaste de casa he trabajado como burro. Tengo que recuperar energías ­­—contestó el Diablo.

—Cuando los hijos cumplen su mayoría de edad lo mejor es lanzarlos al mundo, para que sepan defenderse. Algún día me retiraré y tú estarás en mi lugar. Si te quedaras en casa nada aprenderías —contestó Dios, tomando la tacita de té con las dos manos.

—¡Coño! ¡Pero si los tres somos idénticos! —dijo Carlos.

—Bueno, es que a ti y a éste los formé a imagen y semejanza mía —dijo Dios.

—No tanto. No tanto. Yo por lo menos tengo independencia de pensamiento —replicó el Diablo.

—Cuando alcances mi edad  —señaló Dios—, comprenderás ciertas cosas. Eso del libre albedrío es sólo una argucia mía para ponerte a trabajar.

—¿Y por qué los demás hombres no son iguales a mí? —preguntó Carlos.

—Porque los demás hombres no existen. Son una creación de tu imaginación —contestó el Diablo.

—¿Quiere decir que soy Adán? ¿O Jesús?

—Ni uno ni otro. Esos dos me salieron muy mal. Ve como terminaron: viejo y pobre uno y crucificado el otro. De plano, nunca entendieron que todo esto sólo son sombras —Dios habló desde una profunda melancolía y la tarde lloró pétalos podridos.

—¿Entonces qué soy o quién soy? —viendo la tristeza de Dios, Carlos miró al cornudo.

—Que te conteste él —dijo el Diablo.

—En un futuro no muy lejano —Dios adoptó una postura erguida al pronunciar estas palabras —todo esto se irá a la mierda. Este mequetrefe —apuntó al Diablo— tomará mi lugar y tú tomarás el lugar de él.

—Pero… No entiendo —Carlos, asustado, miró hacia el librero, como esperando encontrar una respuesta entre los títulos de los libros.

—¿Por qué crees que me saqué de la chistera a Adán y Jesús? Todo tiene un porqué en la vida. Nada es gratuito. Soy un Dios cansado, viejo. Quiero disfrutar mis últimos momentos en un universo de playas interminables. Espero y no salgas igual de imbécil que los otros dos —dijo Dios.

Carlos, al verse en la obligación que se le ponía, sólo agachó la cabeza.

—Eh. ¿Tienes más galletas? Están riquísimas… Ah, y té, agradecería más —el Diablo, con cara de incrédulo, sostenía su taza vacía.

—Sí. Creo que hay más en la alacena —contestó Carlos.

 

 

*Bruno Herley. Ha publicado en antologías de poesía y cuento, tiene una novela corta de nombre Dios es sólo un nombre (cómo matar un pájaro con marketing), disponible en Amazon.

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