Luis Álvarez Beltrán
Cada año aparece un título del Fondo Editorial Tierra Adentro que postula a la obra ganadora del Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras. Desde esta colección que ronda los veinte años, hemos leído los inicios y los pasos firmes de la narrativa de nombres como Yuri Herrera, Álbaro Sandoval, César Silva Márquez, Israel Terrón Holtzeimer, Gabriel Ledón y los sonorenses Franco Félix y el obregonense avecindado en Tijuana Julio César Pérez Cruz, entre varias otras y otros.
En el año 2014 la obra ganadora fue Sin Trincheras, cuyo título original era La Guerra sin Guerra y la Paz sin Paz, del joven tamaulipeco de Reynosa, Habacuc Antonio de Rosario. Su lectura ágil y entretenida presenta una ficción realista de la vida en la frontera de Tamaulipas y Texas durante el sexenio de Felipe Calderón, pero puede aplicarse o interpretarse como la situación de Tamaulipas durante lo que va de esta joven centuria. Más aun, su espectro podría irradiar las circunstancias todo a lo largo de la frontera norte mexicana.
Los elementos claros y reconocibles son ciudades sitiadas por la violencia de grupos armados del narcotráfico disputándose el poder de operación y dominio en una franja territorial que supone millonarias ganancias en dólares por el cruce de drogas a los Estados Unidos; pero la extensión de la violencia y sus implicaciones hacia las otrora pacíficas ciudades del Estado, es la exacerbación generalizada contra la población de esas ciudades a partir de la prácticamente nula e inoperante actuación de las autoridades contra los grupos que naturalmente asesinan, asaltan, secuestran, extorsionan, violan y ultrajan a plena luz del día, en media calle, a comerciantes, empresarios, profesionistas, mujeres, estudiantes, y representan en la escena de la cotidianidad las batallas campales entre sicarios y sicarios, sicarios contra federales, sicarios contra militares.
Años atrás un alto funcionario de la política estadunidense llamó a México un Estado fallido. La respuesta de nuestro canciller y de nuestro presidente fue de indignación y de alto drama. El destacado periodista y autor Diego Enrique Osorno no sólo ha realizado reportajes a fondo sobre la toma de ciudades por parte de los Zetas en el Norte de México, léase Nuevo León, Coahuila y el mismo Tamaulipas, sino también ha escrito libros completos, estudios, acerca de esta que no es otra cosa que la historia de México del cambio de milenio.
El joven novelista que es Habacuc Antonio de Rosario nos pinta una Reynosa, Tamaulipas, desde la intimidad de las vidas de dos hombres disímbolos. El Mone: Un joven sicario fascinado con la vida de poder, dinero, armas, flamantes autos y mujeres a disposición de los que se dedican a la delincuencia, quien junto a otro sicario, El Kucho, hacen la ronda del trabajo común al servicio de los grandes jefes de la plaza. Su contraparte, Saúl Salazar, es un inteligente joven profesionista egresado del Tec de Monterrey que maneja una exitosa frutería familiar en el principal mercado de Reynosa. Un tipo que reflexiona sobre su ciudad, su país, su empresa y sobre los discursos del presidente que le declaró la guerra al narco.
La novela a dos voces que narra el día a día de un sicario malhablado y pragmático y la de un comerciante con dotes de psicólogo y filósofo, por encima de todo jovial y moderado, es un testimonio de primera mano acerca del Estado fallido al que se refiere la diplomacia norteamericana cuando habla de la frontera de Tamaulipas y que emula episodios no breves ni menores de ciudades como Tijuana, Culiacán, Ciudad Juárez, ciertas regiones de Michoacán, el puerto de Acapulco, Ciudad Obregón ahora, Nogales hace una década, y que por estos días hace emitir una alerta de seguridad para los turistas norteamericanos que planean sus vacaciones en destinos cálidos y de playa como son las ciudades de México.
Para quienes no hemos estado nunca en Tamaulipas pero que seguimos de cerca lo que pasa en el país, Sin Trincheras es un libro interesante porque narra esas pequeñas diferencias que existen entre un México y los muchos Méxicos existentes que no podemos captar de manera directa. Las modalidades de trasiego de droga, el lenguaje, el clima social, los usos y detalles de esta paranoia causada por algo que hace mucho tiempo se salió de control y representa la agenda más grave de la vida nacional: La inseguridad, la corrupción, la impunidad, los homicidios y las desapariciones. El grillete que mantiene al país arrastrándose y sin avanzar.
Las virtudes literarias de la obra radican en la calidad de su prosa, clara, fresca, ágil, rica en los detalles, sin párrafos oscuros, con respiros amables entre la trama y la intelectualidad. Los guiños a la cultura general que realiza el personaje Saúl Salazar son interesantes y originales, desde el análisis psicológico del discurso de Felipe Calderón, pasando por los orígenes de la palabra mafia, volteando de repente hacia Vila-Matas, Ricardo Piglia, Lev Tolstoi y varios otros, y haciendo introspectivas sobre la naturaleza del mercado tanto como sistema de intercambio como lugar concreto de gente que concurre, y sobre el narcotráfico en sí y cómo éste transforma a las personas y a las relaciones dentro de una sociedad, son el andamiaje de un texto sólidamente sustentado.
Por su parte, el periplo esperpéntico de personajes de la maña: El Mone, el Kucho, el Guille, el Tubo, el Rivas, el Estrada y el gran jefe, nombrado como Raúl Gonzalo, van del lenguaje buchón que hasta los chicos de secundaria ahora comedidamente dominan, pasa por el estruendo de episodios criminales pan-de-cada-día de la vida en la frontera para los esbirros de la menor escala, como el Mone y el Kucho, así como la descripción de sus anhelos materiales y sus motivos sueltos, comprensibles o no, significan un marcado y bien logrado contraste de ambientes tan opuestos que respiran el mismo aire.
La sorpresa y la subyacente adrenalina laten entre las páginas a partir del inevitable y azaroso cruce de las vidas entre los dos personajes que alternan los capítulos del libro, los narcotraficantes y el inofensivo Saúl y su familia. La guerra entre cárteles va tomando forma en una escalada que, a bien avanza el libro, va desatando una tormenta de muerte y de metralla.
La delgada línea entre la paz que todo lo equilibra y la guerra a la vuelta de la esquina que lo desquicia todo, se ve rota en esta fábula del México de hoy con imprevisibles resultados. En un punto del relato, tal vez desde el principio, nos apropiamos de la historia como la realidad que en carne propia todos estamos padeciendo. Sentimos junto con Saúl y vagamos la ciudad junto al Mone como si se tratara de un cercano amigo. Ese el poder de esta literatura.
Ya en esta misma colección, las novelas ganadoras en ediciones anteriores: Trabajos del Reino de Yuri Herrera, Artemisa Café de Israel Terrón Holtzeimer, Prosa Lavada de Julio César Pérez Cruz, han retratado de forma talentosa los perfiles de este México del Norte, explorando de forma interesante y por veces aguda, los estigmas y lacras que sobrevive dolorosamente, trabajosamente, este México que quiere seguir siendo, este México que quiere ser, describiendo, encargados de narrar, limitándose a ello, sin apasionamientos discursivos, simplemente dejando o haciendo que los personajes por sí solos sean, sin juicios ulteriores, conformando a través de este foro que parece ser este certamen de novela joven, todo un registro sociológico, tangencialmente histórico, del México presente y de reciente pretérito.
Habacuc Antonio de Rosario (Reynosa, Tamaulipas, 1981) agrada en el estreno de su narrativa con bien logrados soliloquios a partir del personaje que es Saúl Salazar; y divierte lo mismo que sorprende y ultraja con el perfil exacto del joven delirante apodado El Mone y su pareja de aventuras, El Kucho, obsequiando un agradable relato del México violento, una especie de declaración acerca del Estado fallido que tiene a los tamaulipecos con los pelos de la burra en la mano. ¿Y qué se le va a hacer?
Sin Trincheras se encuentra en Librerías Educal de todo el país. Su costo no rebasa el de una comida completa en un puesto de calle o en el más barato restaurante.