Leticia Selene Chávez
— ¿A Obregón? ¿En serio? ¡Allí matan gratis! ¡Ni de loca vivo allá!
— …
— No, no espero nada… ¿Cómo crees que voy a dejar mi tranquilidad y seguridad, por una ciudad que diario reporta un asesinato o en la que descubren hieleras con descuartizados? ¡Tú misma me dijiste que te extorsionaron en el trabajo! Tú estás loca, yo no.
— …
–Sí, disfruto estar contigo, te adoro; pero me voy a aburrir… ¿Una laguna, Cinépolis, Plaza Sendero? No se comparan con lo que tengo, a mi alrededor… No. No trabajaré contigo.
–Se llama Joel, tiene diez años, lo abandonó su mamá junto a sus tres hermanas, su abuela los mantiene; ya nos quebró un vidrio, se peleó con el velador, se brinca las bardas en la madrugada y desertó del proyecto infantil… me pidió ayuda para hacer una tarea y lo agradeció.
Las abuelas de la colonia se reúnen una vez a la semana; pidieron un curso para saber cómo educar a sus nietos.
Ya reunimos al grupo original de voluntarias, las que levantaron el centro con sus manos; volvieron acompañadas de sus nietos y están gestionando para limpiar los baldíos.
Se sumaron psicólogas, fisioterapeutas, educadoras… y la comunidad.
–… Ok. Buscaré un boleto de autobús… te hablo para que me recojas.