Versiones de la Conjetura, un poemario en su gracia plena, palpitante y sorprendente
Lenin Guerrero
No estamos como decidimos estar. Estamos como la vida nos va dejando. Por eso no sabemos cuánto necesitamos de un libro de poesía, sino hasta que éste surge de algún lugar, del comentario sentido, de las manos de un cómplice de andares. Yo sé que nadie que se asuma como poeta es capaz de aceptar lo petulante que resulta a veces la poesía, pero es así porque así ocurre con los asuntos sublimes: nos golpean fino como gotitas de lluvia en la cabeza, tan enervantes que en un descuido nos inundan toda la tarde.
Todo esto viene a cuento por un libro que me ha remojado en lo más fuerte de la sequía y que circula gracias a MAMBOROCK: Versiones de la Conjetura, un poemario en su gracia plena, palpitante y sorprendente, que es lo menos que uno espera al introducirse en su espesura selvática, donde el corazón de la escritora nos acecha. Si consiguen las palabras consistencia de barro dúctil, se debe a que estuvieron en manos de una alfarera como Josefa Isabel Rojas Molina, poeta como las haya en este septentrión caliente donde los libros son nuestro de riego por goteo, nuestra lluvia pertinaz. Lean y desengáñense:
¿Fronteras insaciables o melancolía fronteriza?
Yo no sé mucho de fronteras
Cómo pudiera distinguir entonces
entre el amor que duele tanto
o la piel que necesita de tus dedos
Como saber si es que te extraño
tanto
o es demasiada el hambre que a esta hora de la tarde
en esta central de autobuses
de Nogales
tengo
Tanta
Versiones de la Conjetura es un camino largo de migajas dulces que nos conduce por un bosque habitado. Dentro están las bestias que nos enamoran, los espejos empañados por Josefa, las criaturas que se esconden en las etimologías, las marcas de Alonso Vidal en los árboles. La contundencia que sacude: Las mujeres creen necesitarlo todo. El hombre tiene la certeza de necesitar tan poco. Ambos están equivocados. Un falso eco es la necesidad.
Ah cuántas horas de gozo nos regaló Josefa cuando los blogs de antaño eran casi como los tik toks de ahora, qué me van a hablar de amor quienes no la conocieron allí, tejedora de cuentos y fotógrafa de corazones. Qué maravilla que regrese cada tanto. Lo advierto, es mucha humedad para un libro. Si vuelvo a leerlo esta noche, lo que pido es que un incendio acontezca.