Qué hace uno para frenar la violencia

Flicker. Foto: Juan Casanova

L. Carlos Sánchez

Flicker* es la coreografía la propuesta por Magdalena Leite y Aníbal Conde. Uruguayos ambos, con residencia en México. Hoy visitan la ciudad que es Hermosillo en contexto de Un Desierto para la Danza en su edición 26.

¿De dónde viene esta obra, de qué está hecha, cuáles son los rumbos que habitan en el pensamiento de ambos bailarines?

Afables, entusiastas. Las palabras son también un escenario donde expresar. Por eso acceden a esta conversación.

Los antecedentes de lo que bailan:

–Aníbal Conde, responde: Nosotros venimos trabajando juntos desde hace más o menos cinco años y empezamos con una pieza que se llamó dance dance dance, que estuvo en el Desierto en 2015. Nosotros nos aprendíamos danza de películas y las remontábamos en escena. Yo vengo desde el video, Magdalena viene de la coreografía, en nuestros trabajos partimos siempre de la mezcla de estas dos disciplinas, en ese caso, retomando desde el cuerpo danzas que fueron producidas solo para un soporte archivable, en este caso las películas. Y después en una línea parecida, seguimos trabajando con otro trabajo que se llamó videoclip, en el que nos interesaba ver qué lugar ocupaba la danza en las películas, hicimos un set list de estas danzas de películas pero sin que fueran musicales, nos interesaba ver cómo opera la danza dentro de la narrativa del cine. Este segundo trabajo fue videoclip en lo que nos interesamos directamente por la cultura del videoclip y cómo eso influía o determinaba las maneras que teníamos de movernos y es una investigación que toma prestado ciertas lógicas de la ciencia, de la antropología, entrevistamos a varias personas investigando cuál era la influencia de los videoclips en la manera de moverse tal o cual generación, ese proyecto lo hicimos en Uruguay, en España, en México y en Argentina, de ahí derivó la pieza que se llama Videoclip, de la cual Flicker es la continuación. Nosotros llegamos a la conclusión de que uno de los antecesores de los videoclips es el cine estructural, que es un cine que fue nombrado así en los sesenta, detenta, y los videoclip retoman elementos del cine estructural y los lavan un poco, los llevan un poco al pop. Entonces, Flicker retoma los elementos del cine estructural y los lleva al cuerpo.

–Magdalena Leite, interviene: Elementos muy concretos como el estrobo, Flicker significa parpadeo, estrobo, entonces nosotros encontramos que este tipo de cine que se llama estructural, que es de los sesenta, es el primero en usa estos tipos de efectos, hay una película que se llama Flicker que dura cuarenta minutos y es solo un estrobo, una luz que se prende y se apaga, descubrimos que estos efectos eran retomados por los videoclips mucho más suave, sin esta cosa tan estridente, y el ejercicio como bien decía Aníbal en estas tres piezas que hemos hecho juntos, el ejercicio es cruzar estas lógicas que vienen de la imagen, con el cuerpo, de qué manera podemos nosotros hacer un flicker, un parpadeo, un estrobo corporal, esa es la propuesta de Flicker.

–Aníbal Conde: Cabe aclarar que el cine estructural es el primer cine que puja por llegar al entendimiento de lo que propone desde el cuerpo y no tanto de lo racional, es un cine que no tiene narrativa, está esta película que cita Magdalena, que son cuarenta minutos de luz y oscuridad, y lo que produce es que vos no tengas que entender lo que está pasando sino que tu cuerpo se ve afectado por eso. Entonces nos interesaba ese link y por eso es que lo llevamos al cuerpo.

–Magdalena, en el proceso de formación se va mutando, en este momento de tu vida ¿tienes alguna premisa para lo que quieres decir cuando subes al escenario?

–No sé si es algo tan claro en nivel de algo que quiera decir, pero sí me interesa contagiar las ganas de bailar, las ganas de hacer, para mí el espectador tiene que salir motivado, con la sensación de que puede hacer algo, eso es lo que me mueve, que no es fácil.

–¿Por qué o para qué quieres que eso ocurra?

–Lo que pasa es que siento que a nivel de espectáculos en las artes en general, y retomo lo que decía Aníbal, en los sesenta tenemos una cantidad de directores de cine que están preocupados por el cine que se hace, el de maianstream, el de Hollywood, que lo que se hace es adormecer a la gente, la televisión, el cine, tienen una potencia enorme pero están utilizados por el mercado, por muchos motivos que no me detendré a decir ahora, pero digamos que lo que sí hacen es aplacar, adormecer, que se conforme, que se quede contenta, que reafirme todo lo que se esperaba que sucediera, y te vas tranquilo y al otro día estás en la oficina otra vez haciendo lo que hay que hacer. De pronto estos directores, o muchos artistas, encuentran en estos recursos, potencias que son las opuestas para hacer que la gente se active, para hacer que la gente no se calle, que no esté dormida, que esté despierta, que hable, que diga, y ese era el origen de estos recursos que luego el videoclip lo retoma y otra vez estamos todos sentados viendo MTV, sin hacer nada, entonces lo que me motiva o si encontré al trabajar con cine o lo que viene en video, es esa activación que la danza sola no me la traía, acá encuentro dificultades, encuentro preguntas, que sean potencia, potencias de acción, potencias de libertad, también.

Me interesa que la gente no se duerma, que no esté pasiva sino al contrario, que diga: bueno si esta gente puede hacer algo así quizá yo pueda hacer otra cosa, y que se den cuenta que somos seres activos y tenemos que estar manifestándonos.

–Aníbal, en Flicker, a lado de Magdalena, ¿hay un divertimento para ti?

–Sin duda. Creo que además esta obra habilita un lugar desde el intérprete, que es muy divertido, porque no es tanto una coreografía sino que nosotros proponemos cuerpos que piensan en escena que están resolviendo tal o cual cosa en ese momento; la libertad como intérprete que tenés al entregarte a un juego así, es enorme y además es muy disfrutable.

–Háblame del aprendizaje que te queda.

–Lo que dice Magdalena, lo que me queda es la potencia de hacer algo, citando un poco a John Holloway, un tipo que sigo desde hace un tiempo, la potencia de estas cosas está en el hacer, el capitalismo nos ha educado a realizar trabajos abstractos que no tienen tanto qué ver con tus intereses cotidianos, entonces él habla de hacer un trabajo más creativo, un proponer, entonces es un poco eso: la potencia de poder hacer, la potencia de poder decir las cosas que tenemos ganas de decir y sobre todo la potencia de poder decir las cosas con las que no estamos de acuerdo y proponer otras lógicas que nos abren más caminos.

–Magdalena, el hecho que trabajar con el cuerpo, con la creatividad, ¿es un privilegio?

–Es un privilegio y como lo entiendo yo es casi de lo único que se puede hablar. Desde la danza tenemos que hablar del cuerpo, desde la danza tenemos que hablar de cómo cuidamos nuestros cuerpo, es algo que yo lo digo mucho y escribo sobre la educación en danza, una educación que es bastante dura con los cuerpos. Cuando uno ve la violencia hacia los cuerpos en una sociedad yo creo que tiene que preguntarse qué hace uno para frenar eso o qué cosas hace uno que hacen que la violencia continúe. De alguna manera las escuelas de danza tendrían qué repensar cómo se están educando los cuerpos porque en general es esta educación casi militar que va en contra, siempre hay que corregir, siempre hay que cambiar, siempre hay que estar mejor, cuando en realidad tenemos un solo cuerpo. Si uno está enfermo hay que quedarse en casa, no hay que ir a trabajar, todo mundo va como con orgullo al trabajo cuando está mal, tenemos que empezar a cuidar el cuerpo y a cambiar la cabeza en cuanto a que no hay un pensamiento, no hay nada si no hay cuerpo, si no cuidamos el cuerpo, si no habitamos el cuerpo, si no nos paramos en ese lugar no creo que haya un cambio. Somos cuerpo y está como mal visto, la realidad no sé si sea un privilegio o no, pero cada vez que tengo un micrófono trato de pasar este mensaje: somos cuerpo y el cuerpo no es un pecado, y todos podemos bailar y disfrutar con el cuerpo, y podemos pensar con el cuerpo, pensamos con el cuerpo.

*Obra creada en la residencia 2017 de La Casa Encendida y el CA2M en Madrid, España.

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