Desde Avellaneda, Argentina, Bruno Di Benedetto nos comparte sus textos.
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No voy a escribir más poesía.
A la mierda con la poesía.
Aunque no es ella, soy yo.
Lo que no me gusta es el vecindario, a decir verdad.
Demasiada gente cree que la poesía es una vaca,
y entonces le exige leche,
ríos de leche que le muevan el molino
de moler nada nada nada
molinos de barro y paja
que muelen
nada nada nada
barro y paja
y ella ni mu
les especielistes le ordeñen
y ella ni mu
les feministes le ordeñen
y ella ni mu
les polítiques le ordeñen
y ella ni mu
les periodistes especializades le ordeñen
y ella ni mu
les peronistes le ordeñen
y ella ni mu
les troskes le ordeñen
y ella ni mu
les hembres le ordeñen
y ella ni mu
les comunistes le ord…
les comunistes ye ne existen
les señores le apreten les tetes
esperende pure delicatessen
y ella los patea
y los cornea
y les bufa
y eso que no tiene boca
ni patas
ni cuernos
ni tetas
ni cuero
ni cuatro estómagos
donde moler tanta estupidez
la poesía no rumia
no come pastito
no caga
te come a vos
te caga a vos
la poesía no es una vaca
dejen de tejer alambraditos
per fever.
Tarde, me llamo a silencio.
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Uno de los grandes triunfos de las clases dominantes de todas las épocas es hacernos pensar tribalmente (o en su proporción geométrica equivalente: tribu contra tribu, ciudad contra ciudad, estado nación contra estado nación-
Y también religión contra religión, si queremos añadir la dimensión “espiritual”).
Y también “escuela” contra “escuela”, si queremos añadir la dimensión “académica”.
El arte y la poesía y el deporte y también la religión seriamente practicada, son peligrosos para todas las clases dominantes, porque no reconocen fronteras geográficas, ni de etnia, ni de religión, ni de escuelas.
Dicho a la manera de mi barrio: el arte verdadero, la verdadera poesía, el deporte que nace en el hueso y la religión que va al hueso del espíritu se cagan en todo tipo de fronteras.
Quien haya recorrido esos caminos del pensamiento y del corazón (para mí es lo mismo) será capaz de emocionarse tanto con un tayïl mapuche como con un blues de Alabama.
Quien haya visto sin anteojeras una película de Mike Leigh concluirá que la clase media baja inglesa no es tan distinta de la clase media baja argentina.
Quien haya leído buena poesía japonesa, la encontrará fraternalmente similar a las buenas poesías de Chile, Polonia , Israel o Palestina.
Quien no se emocione frente a un girasol de Van Gogh no se emocionará frente a un santuario del Gauchito Gil, y no sabrá que el rojo tiene tanto de amarillo como el amarillo de rojo.
Voy a cinchar por la Selección cuando sea verdaderamente expresión del territorio en el que vivimos, que es decir todo el planeta, que es decir: jueguen buen fútbol o váyanse a cagar, sean del país que sean, junto a las fronteras, las escuelas, los cultos y las clases dominantes a las que pertenezcan.
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Lo que el universo tiene de bello lo tiene de terrible.
¿Alguien se puso a calcular cuánta muerte cuesta nuestra vida?
¿Cuántos pastos devorados por animales que devoramos con fruición?
¿Los gusanos que devoran con fruición nuestros cuerpos son felices?
¿Qué gusanos se comen a los gusanos?
¿Cuántos cadáveres se han comido los árboles desde que el mundo parió el primer árbol?
Vos, tan luminoso, tan luminosa: ¿sabés que tu carne está hecha de estrellas que reventaron arrasando sistemas solares enteros, llevándose en el fuego a seres quizás mejores que nosotros?
Eso pasó, eso pasó, eso pasa desde que el universo empezó a latir, nos demos cuenta o no.
Me hago esas preguntas todo el tiempo, y sin embargo persisto en mi trabajo, en mi poesía, en mis boludeces cotidianas.
Hay que educar al universo, me digo, y le digo: ya basta de canibalismo, che. Aprendé o reventá de una vez.
Bruno Di Benedetto nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires en 1955. Desde 1979 reside en Puerto Madryn. Ha coordinado talleres de escritura y creatividad para escritores y docentes en diversas ciudades del país. Como promotor de la lectura, realizó programas radiales y televisivos y publicó artículos en diversos medios gráficos. Desde 2005 es capacitador del Plan de Lectura de la Provincia del Chubut. Coordinó las ediciones de “Palabras que trae el viento” 1 y 2, selección de autores chubutenses, para el Plan Provincial de Lectura y la Campaña Nacional de Lectura. Fue organizador de los encuentros “Los maestros de la Rosa Blindada” (2001); “Los maestros del Escarabajo de Oro” (2002); y XXIII, XXV y XXVI Encuentro de Escritores Patagónicos. Sus textos integran antologías publicadas en Argentina, Colombia, España e Inglaterra. Ha publicado “Vengan juntos” (relatos) y los poemarios “Palabra irregular” (Premio Convocatoria Escritores Inéditos, Chubut, 1987), “Complicidad de los náufragos”, “Dormir es un oficio inseguro” (premio Fondo Editorial Chubut, 2003),, “Country” (Ed. El surí porfiado, 2009) “Crónicas de muertes dudosas” (Premio de Poesía Casa de las Américas 2010 publicado en Cuba y en Buenos Aires, 2011, Ediciones en Danza), “Nada”, (Editorial Ruinas Circulares, 2014, Buenos Aires), “Crítica de la espera” (Ediciones de la Eterna, Tucumán, 2015) y “Cámara de niebla” (DelValleBajo Ediciones, Viedma, 2015).