Juan José Flores Nava
Álamos, Sonora, 20 de enero de 2018.– Parece que no soy el único sorprendido. Ariel Guadalupe Soto Muñoz, vocalista y fundador del grupo yoreme-mayo Matchuk Bemela (Nuevo Amanecer), está igual de sorprendido que yo. No esperaba nunca cantar rap en su lengua madre: la lengua yoreme. Y sin embargo lo hace desde 2015, cuando, venciendo sus temores al qué dirán (sobre todo temía la reacción de los mayores en su comunidad, en Júpare, Huatabampo), convocó a un grupo de jóvenes a integrar la agrupación.
Resulta curioso saber que antes que seleccionar a los más telentosos o a los más hábiles con los instrumentos, fueron seleccionados los jóvenes más entusiastas e inquietos. Así es como a Matchuk Bemela llegaron Jesús Guadalupe Sotomea Valenzuela con su guitarra, Guadalupe Jesús Sotomea Valenzuela con su bajo, José Alfredo Buitimea Vega, también con su guitarra, Cesar Nicolás Jicobamea Huipas (con instrumentos tradicionales como jiruquia, ayales y tenábaris) y el más pequeño de todos, Miguel Antonio Arenas Valenzuela, quien se encarga de percutir las congas y el cajón peruano.
La tarde de ayer, Matchuk Bemela abrió el escenario del Mercado de Artesanías, aquí, en el Festival Alfonso Ortiz Tirado, en Álamos. En poco menos de una hora de concierto se pudo apreciar algo de la rítmica que, en idioma yoreme, Matchuk Bemela le imprimía a canciones de su propia autoría, pero con mayor razón a afamadas canciones como la “Flor de capomo”, tan sonada con Carlos y José como intérpretes, aunque yo la prefiero con los Cadetes de Linares y, ahora, claro, también con Matchuk Bemela. Todo esto a pesar de que el sonido fue deficiente (no sé si el ingeniero de sonido era en realidad ingeniero de caminos, como lo es actualmente Ariel, el vocalista de Matchuk Bemela o es que el equipo que usaron estaba, para decirlo en modo dulce, en falla técnica).
Ayer le comentaba a Ariel, líder de la banda, en una charla informal, que rap es lo último que uno espera escuchar de un grupo indígena. Él me dijo que para ellos fue igual en un principio, pero que con el rap encontraron una manera de que los jóvenes de la comunidad se interesaran en la música y, sobre todo, el rap se convirtió en una fórmula interesante para difundir su lengua: ya han actuado en distintos foros del país, cómo la Ciudad Universitaria de la UNAM, en la capital; la Universidad de Chapingo, en Texcoco, Estado de México; y Acapulco, Guerrero, donde precisamente grabaron la canción que forma parte del disco De tradición y nuevas rolas, editado por la Secretaría de Cultura federal, en el que aparecen al lado de varios conjuntos indígenas del país.
Pero volviendo a lo que ayer escuchamos, no cabe duda de que el bajo y la guitarra de Matchuk Bemela tienen siempre aires de música norteña. Y no podría ser de otro modo, pues al menos dos de sus integrantes tocan también por los pueblos de Sonora música serreña. La voz aguda voz de Jesús Sotomea en los coros le da a Matchuk Bemela una sonoridad muy rica y alegre, pues mientras Ariel se mueve por todo el escenario recitando, expresando en cada golpe de sus letras y rimas de rap el sentir y algunas de las problemáticas de su comunidad, Jesús expande la musicalidad del grupo.
Intensidad pura, pues, ofreció ayer Matchuk Bemela en Álamos, donde cerró su presentación tocando y cantando la “Juanita Vaquera”, a petición del público que, a cambio, terminó de pie bailando frente al escenario.