Tres poemas de José Carlos Esquer
I
Llamarada de la palabra Vozella
Es la voz, nuestro terco aliento que desboca y desemboca, hierro que marca letras hirvientes sobre la piel de los caballos, sus corridos y sus trovas. Un sello que en cera atolla epístolas, una onda lejana entre elásticos y cristales, una voz frecuente se pasea en lengua. Voz que no se atiende, que se diluye en el impersonal tráfico de las cifras y neutrones. Tamaño oficio de escribano, hojuela blanca tamaño carta mayor. Palabra de clavija y teclado. Sonido de imprenta y madera, de tinta y afinidad.
Manifiesto de gramática eléctrica. Voz de aves que cantan los números árabes, romanos y el alfabeto friego y bailan los griegos con tambores de piel y sal, palabra persiana sentimental y rumbosa. Eres voz, palanca de la luz y del álgebra, el disco duro de la música, el hardware de la fábula.
II
Llamarada de un mapa en GPS
Me dijiste cómo llegar a tu pueblo
cómo encontrar ensueños
mas no descifrarlos
cómo llegar a ecuaciones mágicas
cómo bautizar los puentes
cómo fabricar carreteras, calor y la memoria
ganar los rumbos de la armonía
me diste la fórmula, la perdí y una bruja la guardó por siglos
Para reír del ramalazo de los oídos sordos
me diste la pista de los vericuetos
la bitácora que me hizo gozar las mañanas
con sólo apretar el botón de tu vientre.
III
Llamarada para niña con tren
hay una niña esquiva
afuera del amor
una mirada de canto sin idioma
más ala del horizonte
más fuga que suelo
externa del amor y sus acentos
y hay una niña con sed
que tiene su corazón en la selva
y su boca abierta en el desierto
su fé en otro reino
y yo discuto con otro imperio
soy la llamarada foránea
tenaz luz de faro en puerto
la vía láctea del tren