La Leona y La Leoncita

Texto de Alfonso Torúa Cienfuegos, de su próximo libro “Cananea Roja. 1921-1931”

Foto: Bruno Herley

Siguiendo con la serie de la Nota Roja en Cananea de los años 20 del siglo pasado ahora presentamos notas relacionadas con la prostitución.

Leonarda Marquez, alias “La Leona” y su hija “La Leoncita” eran dos mujeres que se dedicaban a la venta de drogas alcohol y tiernas caricias a los parroquianos durante esos años. La casa de estas damas, ubicada en la Cananea Vieja, fue el centro de escándalos y francachelas.

La Leona y La Leoncita

Han pisado estas tierras cupríferas dos grandes personalidades bien conocidas en el pacífico barrio de Cananea Vieja, una de ellas es Leonarda Márquez, conocida en los bajos fondos como “La Leona”, que habita una casa cerca del puente la cual fue teatro de más de algún escándalo de esos mayúsculos que hizo que los vecinos se les pusieran los pelos de punta; otra de nuestras personalidades es el conocido “Bato”, quien desapareció violentamente después de haberle dejado encargada una daga en la caja del cuerpo a Manuel Gutiérrez, privándonos con esto de su valiosa presencia.

“La Leona” junto a su hija “La Leoncita”, son famosas en la Cananea Vieja por dedicarse a la venta de mezcal de manera clandestina y más de una vez les fueron decomisados galones de aguardiente que se fabricaba en diferentes puntos del mineral.

Cero y van tres con la esbelta dama doña Juana de López Portillo, que también habita frente a doña “Leona” y donde un ex Regidor de imperecedero recuerdo dejó un pedazo de prolongación ósea al salir a vola pie por temor a los “Cachuzasos”

Juana de López Portillo junto a las guapas Aurora Navarro y Lupita García, todas habitantes del barrio de la Cananea Vieja y quienes se dedican a amar a todo bicho viviente sin necesidad de recurrir ante el señor Cura Peraza fueron a parar con todos sus huesos al Hotel de la Rosa de donde salieron libres con la condición de que trasladen sus habitaciones a la Zona de Tolerancia. La policía tiene instrucciones de la superioridad para que carguen con otras mujeres del amor barato que viven separadas del barrio correspondiente. (El Intruso, No. 95, sábado 5 de noviembre de 1921, p. 3 y No. 110, sábado 10 de diciembre de 1921)

De todo un poco

Varias son las mañanas que se han visto llegar a los dominios (emborachadadurías) de “La Leona” establecida en Cananea Vieja, a algunos señores “polizontes” de la montada, de esos que el pueblo paga para que cuiden el orden público y no toleren infracciones en los centros de vicio y los mismos a quienes “La Leona” y a veces “La Leoncita” los reciben cariñosamente dándoles la consabida “cura”; pero también se ha visto que seguramente debido a la mucha confianza que con ellos tienen las referidas fieras, los acarician al hacerles la recepción con unas palabritas de esas que no pueden decirse y sobándoles con la escoba las espinas dorsal y las posaderas, y aunque esto se hace en broma, a los que lo han presenciado no les parece bien hecho y por lo mismo nos encargan que lo hagamos del conocimiento público, para que llegado a oídos de las autoridades, se busque a esos gendarmes y se les quite el escudo y el “cohete” que portan por estar deshonrando al cuerpo de Policía a la vez que a toda la Administración Municipal. (El Intruso, No. 405, martes 19 de diciembre de 1923, p. 1)

Una recomendación

La hacemos al Comandante de Policía para que en un campito que le dejen desocupado sus múltiples atenciones se fije en lo que disponen los Artículos 29 y 30 del Reglamento de Policía Vigente y después de haberse enterado de su contenido, nos dé su parecer sobre lo que procede hacerse con los policías que dispararon sus armas por “sport” en plena calle, como aconteció el lunes de la presente semana y lo que debería hacerse con el gendarme que usando la violencia golpeó al Sr. Pablo R. Acosta en el salón de Concepción Aguayo en las últimas horas del pasado domingo. Y si puede seguir leyendo, a ver qué nos dice de los Sres. Policías que se estacionan a libar en las cantinas establecidas en Cananea Vieja y muy especialmente en la regenteada por “La Leona” y “La Leoncita”, donde el techo de la casa presenta algunas perforaciones causadas por las balas disparadas por mera “puntada”. (El Intruso, No. 407, jueves 21 de diciembre de 1922, p. 1)

Alfonso Torúa Cienfuegos. Profesor Investigador en Universidad Estatal de Sonora, es autor de, entre otros textos, El magonismo en Sonora, 1906-1908: historia de una persecución; Frontera en llamas: los yaquis y la revolución mexicana; Poetas, bandidos y yaquis; El magonismo en Sonora 1904-1908 historia de una persecución; Perdedores de ayer, ganadores del presente: Movimiento social de 1967: el caso de Cananea.

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