La inteligencia no está en la cabeza sino en el corazón

Zara Monroy. Foto: Humberto Anaya

L. Carlos Sánchez

Se yergue la mirada mientras el tono de voz es una caja que resuena dignidad.

Zara Monroy lee en lengua miique iitom. De las páginas de su libro Somos desenvuelve en voz sus versos ante los espectadores que se dan cita en plaza central de Palacio de Gobierno. En contexto de Feria del Libro Hermosillo 2019.

Canta Zara, porque la herencia de sus ancestros así le marca el camino para decir la vida. El mundo que le rodea, la flora y fauna de la que se siente bendecida.

El libro que se presenta (Alternativa Ediciones 2019) es de manufactura límpida y destila amor por la edición. Los muchachos que acompañan a Zara son Ramón Luna y Lenny Monjardín.

Luna en su exposición advierte que “La inspiración de Zara Monroy busca aliviar la desolación de la vida, serenar el alma de la gente a través del descubrimiento de uno mismo, tiende puentes para conseguir la concordia entre las etnias aborígenes y la sociedad mexicana, demanda alcanzar juntos el bien común”.

“Su instrumento son las palabras que nacen del corazón –continúa Ramón-, que luego van directo a nuestros pensamientos, pronto se organizan como argumentos para que después broten y el individuo pueda ordenar su hablar con sinceridad y coherencia, convirtiéndose en persona consciente e inicie a vivir en armonía a plenitud física y emocional.

“He aquí el secreto para la felicidad, que Zara y toda su gente Comcaac, nos otorgan: La inteligencia no está en la cabeza sino en el corazón”.

Por su parte, Lenny Monjardín se cuestiona: “¿Cómo hacer una estimación justa de la calidad de una poesía sin disponer del conocimiento de la lengua que la forma y la permite? Indudablemente sin este recurso el crítico de arte no podrá dar cuenta íntegra de las virtudes de la producción poética. En este sentido, la aparición de Somos significa un desafío para los actuales investigadores literarios que aspiren a entender, organizar y difundir la producción poética de la región”.

En síntesis Monjardín, concluye: “La producción poética de una lengua es señal de su fuego, producir poesía es avivar la hoguera. El poemario de Zara Monroy es, en cierto sentido, un paso por avivar el miique iitom, o más bien de demostrar el calor que tiene. Al tener como uno de sus propósitos la difusión del arte literario / musical en su lengua entre los jóvenes de su comunidad y entre la sociedad en general, su poesía es un rescate lingüístico”.

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