Juaritos it’s a book

Juaritos es la vereda también hacia un yongo aquí nomás a la vuelta

 

L. Carlos Sánchez

Abre sus alas, acoge con sus brazos. La ciudad generosa tiende su alfombra de asfalto. Se desplazan sobre ella escritores de aquí y de allá, del gabacho y de México, diversos estados de la república: los múltiples temas que se manifiestan en el cuasi interminable número de páginas.

Juaritos se inscribe en las páginas de ferias de libros en el país; la banda que arrastra la pluma se congrega en el Centro Cultural Paso del Norte. Conferencias y presentaciones, intercambio de opiniones, la rúbrica de autores sobre esas hojas de cortesía que abren las puertas de ejemplares.

La diversidad de planteamientos. Hay una mesa, y otra, a manera de guía roja, y los temas punzantes, de crimen y castigo, violencia y misterio, el suspenso y descripción de personajes que urden en la resolución del caso más escabroso.

Literatura noir, especialidad de un puño de autores que desde hace tiempo concentran sus creaciones en la nómina de títulos que cada vez asciende.

Juaritos es una reunión de baikers el sábado por la tarde, antes de ponerse el sol, afuerita del centro cultural de marras. El buti de alegría, la family plena y llena del deseo de rodar, el voltión a ese lugar donde los libros abren también otras puertas del pensamiento.

Y si el deseo desde la panza urge, los puestos que se improvisan tienden a la mano un burrito de deshebrada, una concha de vainilla, el refresco más oportuno. Mientras esto ocurre los jóvenes micrófono abierto manifiestan sus ideas y compromisos ante un proyecto que demarca en creación.

Juaritos es la vereda también hacia un yongo aquí nomás a la vuelta, donde esos personajes de los books habitan de realidad las incertidumbres cotidianas. Personajes de vaticinio, los que ni se inmutan y sin embargo su existencia detona en la diversidad de temas para la investigación desde perspectivas diversas, dependiendo siempre la mirada del autor.

Esto es juaritos, el tronido de la bestia por encima de los rieles, ese monstruo mitológico y real que atraviesa de diario las arterias más entrañables de la ciudad.

Y van por ahí, inmigrantes agarraditos de la mano, como para que la desesperanza disminuya, como para creer que esta vez ni las púas de la cerca, en su filo, ni las torretas que encandilan, disminuyan el deseo de seguir huyendo de la tierra que vio nacer.

Valeria Luiselli ensaya en cuarenta preguntas el contenido de Los niños perdidos (ed. Sexto piso). El teatro Víctor Hugo Rascón Banda se nutre de curiosos, admiradores, vividores de ensueños que persiguen libros. Las presentación magnífica se extiende y se diversifica con la proyección de un audiovisual que habla de migrantes.

¿Cuántos niños en el mismo instante de la presentación estarán urdiendo, de la mano de sus padres, el salto al gabacho? El tema interminable desde la realidad. Valeria aporta su dosis de trabajo desde la entraña, se describe narradora protagonista, incluida su familia, y nos data acontecimientos devastadores que nos imprimen el deseo de abrazar a nuestros hijos.

Juaritos es una carta de amor que una mujer prisionera escribe para el amor de su vida, esa misma mujer que conoció en la cana, y de la cual aprendió que la pasión es un pájaro que canta en el lugar menos esperado.

El amor que migra, porque a la chava que ama se la llevaron en un traslado, sucedió de súbito, la migración involuntaria cuando el más anhelado deseo era permanecer, en juaritos por siempre. Pero se la llevaron hace poco más de un año, y el pecho que se aprieta y la voz que se apachurra continúa allá dentro, y se llora quedito para no espantar el sueño de las compañeras de celda.

Juaritos es un book que se escribe siempre, constante, incesante.

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