InQba: enfrentarme al estímulo más que la idea de lo que es la necesidad de aceptación

Perla López. Foto: Juan Casanova

L. Carlos Sánchez

Perla López Peñuelas, bailarina, coreógrafa, es protagonista de Un Desierto para la Danza.

Habla desde el contorno de sus ojos, ese lugar donde se describe la vitalidad de su cuerpo, su profesionalismo en la danza. ¿La expresión de su mirada es una cuestión genética?

Perla responde: “Cómo profesional, era algo que tal vez convivía involuntariamente con mi danza, al igual que mi voz. Mi danza inicial un tanto ciega, un tanto muda. Con el tiempo he ido liberando y reconociendo esa parte de mí, pero como madre he sentido la manifestación genética y ancestral de mi mirada, y eso me lo ha hecho sentir y saber mi hija”.

Con esa holgura y seguridad que le ha dado la danza, de facto hace una sinopsis de lo que baila:

“La obra es InQba: una estructura en la que dos personas se sumergen y trabajan con estímulos que se toman de la vida en colectivo y de las ideas sobre felicidad con las que nos topamos a diario”.

Con la misma holgura, continuamos en esta conversación:

–Perla, como experiencia, ¿qué te deja InQba?

–Para mí el nombre sí se ha vuelto significativo. Empezó como una puntada el decir nos vamos a meter en una especie de cajita incubadora… se ha vuelto significativo en cuanto a esos estímulos que estamos trabajando, esas ideas que tomamos y las ponemos ahí, y nos metemos y sometemos a ese planteamiento. Me parece como un pequeño laboratorio, como cuando el científico dice: voy a estudiar el vacío y hace su pequeño vacío en el laboratorio y empieza a obtener cosas. Para mí ha sido algo así como cuando dices: por qué esta necesidad de lo que observas en las redes sociales, y tienes una idea de lo que es, pero meter ahí, poner el estímulo, experimentarlo e improvisar con eso, van despertando otras cosas, otros sentires, otras ideas.

Siento que esto es lo que me ha dejado InQba: enfrentarme al estímulo más que la idea de lo que es la necesidad de aceptación, la necesidad de calma o de paz.

–Cuando inicias un proyecto, ¿qué objetivos te trazas?

–Reflexionando un poco, porque estamos hablando de un proyecto en general, de lo que me mueve al abordar un proyecto, más va hacia la dinámica de convivencia con mis compañeros. Creo que a partir de esa dinámica, de ese encuentro con el otro, van surgiendo las necesidades o lo que queremos hacer y he ido encontrando a lo largo del tiempo que sí es muy necesaria cierta congruencia entre lo que estamos diciendo, lo que estamos planteando en escena y lo que está sucediendo en nuestra vida cotidiana, en el intercambio, en el vivir a diario. Las decisiones que voy tomando dentro de la pieza creativa van teniendo estos referentes, siempre. ¿Qué está sucediendo en mi relación con Sara, cómo estamos conviviendo, cómo vivimos nosotras mismas nuestros planteamientos? Siento que si no tiene ese grado de congruencia, termino por descartarlo.

–¿Por qué la danza?

–No lo sé. O aquí sí siento que es algo nato. Siento que esa vía de expresión, porque cada quien puede tomar lo que mejor le apetece, pero esta vía de expresarme a través del cuerpo, va más allá de que cuando empecé a racionalizarlo. Ahora me lo pregunto y volteo a ver a mi mamá bailando en su cumpleaños y digo: yo creo que de ahí viene. Porque cuando decidí a estudiar profesionalmente esto, fue una corazonada, porque no tenía ningún tipo de experiencia ni vengo de una familia que me llevara al teatro, pero de alguna manera sabía que el movimiento era lo que me encausaba, o el área donde he sentido mayor libertad, eso me ha llevado a explorar otras cosas, como a poder dar una entrevista, fue a partir de la danza, pero no era algo que tuviera antes, yo me movía pero no hablaba.

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