Gutierre Tibón: Lo extraño y lo maravilloso

Ramón I. Martínez

Existe una larga tradición de sabios extranjeros que, fascinados por las culturas diversas que existen en nuestro país, se han hecho mexicanos por adopción sin por ello abandonar su cosmopolitismo. Entre ellos destaca como una figura señera Gutierre Tibón (Milán 1905-Cuernavaca 1999), cuya vida larga y fructífera abarcó prácticamente todo el siglo XX.

Merced a la cercanía con el ilustre milanés, Miguel Ángel Muñoz (Cuernavaca, 1972) tuvo la fortuna de dialogar con él, de convivir con él y ser recibido en su casa y biblioteca; de estos diálogos y convivencia nace la idea y realización del libro (antología y entrevista) que nos ocupa en esta reseña: Gutierre Tibón. Lo extraño y lo maravilloso.

¿Hasta que punto es válido hablar de formación autodidacta? ¿Acaso nos formamos a nosotros mismos en la ciencia infusa o por alguna suerte de genialidad aislada? No lo creo. Gutierre Tibón fue una muestra del auténtico autodidactismo: siempre curioso, siempre investigando, leyendo (“escuchando con sus ojos a los muertos”, como dijera el famoso verso de Quevedo), escribiendo (en la que en su momento fue la máquina de escribir más pequeña del mundo, propia invención del ilustre filólogo), dialogando en forma respetuosa con las diversas culturas de las que se enriqueció, en particular de las culturas mexicanas, pues se dio el tiempo (y la energía) suficiente para recorrer las 32 entidades de una nación tan vasta y compleja como México.

Siempre inquieto, libre de ataduras burocráticas, guiado por un insaciable apetito que se nutrió de los más diversos intereses. Lo extraño y lo maravilloso, un binomio que él era capaz de encontrar en lo cotidiano. Por algo nos dice Álvaro Matute en el prólogo: “Qué bueno que existen los sabios no académicos como Gutierre Tibón, Ernesto de la Peña, Arrigo Coen Anitúa y José E. Iturriaga, entre otros, que pueden o no dar clases, diplomados, conferencias o bien dedicarse libre y tranquilamente a investigar, sin rendir informes a las autoridades o a las agencias del ogro filantrópico; que no se ven obligados a dirigir o digerir tesis, y les tiene sin cuidado el SNI y el informe de fin de año.”

Si una palabra pudiera resumir la trayectoria vital de Tibón, ésta sería: Pasión. Pasión por la vida, las horas de lectura, de búsqueda, en un pasado y un presente que forman un continuum. No sólo estamos ante la obra enorme de un filólogo, sino también de un historiador, arqueólogo, etnólogo. Un gran erudito de espíritu libre, que rechazaba los cartabones impuestos por las academias.

De todo esto nos llega testimonio en la presente antología, lograda gracias al empeño de otro apasionado de la cultura como lo es Miguel Ángel Muñoz, quien pese a su juventud logró ser un interlocutor interesante para el longevo y lúcido humanista que desde 1940 vivió en nuestro país. De éste dijo alguna vez Miguel León Portilla: “Ya el solo hojear de sus libros me abre el apetito para adentrarme en esa mina de datos lingüísticos y filológicos que tanto interés nos ofrece Gutierre Tibón”.

Y eso mismo lo podemos corroborar al hojear la parte antológica del volumen que nos ocupa, donde tenemos temas tan variopintos como: “Mitos” (como la antropofagia de Diego Rivera), “Divertimentos lingüísticos”, “Indiscreciones etimológicas”, que van desde las cajitas de Olinalá, hasta insospechadas relaciones entre culturas de lo más diversas (no sólo mexicanas, sino budistas y de otras latitudes como las escandinavas), alguien que de alguna manera se acerca a una idea de la unidad del universo dejándonos frecuentemente sorprendidos y siempre agradecidos con su amenidad y contagiosa curiosidad, que desentona con cualquier solemne academicismo.

El ombligo como centro erótico, uno de los títulos más célebres del sabio, alude a un rasgo distintivo de este prolífico autor: su ludismo y su sensualidad que no se detienen en el saber sino que, semejante a lo que hiciera Arrigo Coen, llegan al centro mismo de la eroticidad por las palabras.

Este libro es un llamado de atención respecto de los originales aportes de Gutierre Tibón, su prosa que creció con la desmesura de una selva insaciable que quiso vivir y mirar la vida siempre, con el costo que fuera. Mención especial merecen las fotografías que aparecen en la presente edición, facilitadas por Cristina Cassy de Tibón, quien permitió el acceso a numerosos archivos del sabio mexicano-milanés a Miguel Ángel Muñoz, para que éste pudiera concretar sus valiosos esfuerzos. Ojalá estos esfuerzos sean secundados por otros investigadores. Ojalá aprovechemos esta invitación a lo extraño y lo maravilloso que frecuentemente pasa de largo ante nuestros ojos… y ante nuestros oídos.

Gutierre Tibón. Lo extraño y lo maravilloso. (Introducción, antología y entrevista de Miguel Ángel Muñoz. Prólogo de Álvaro Matute). México, CONACULTA, 2009, 278 p.

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