Magdalena Frías
Yo que siempre quise negar el silencio
estoy en silencio,
sé que no se trata de ausencia,
no es la voz del pensamiento.
Cuando encarno en su cuerpo nada habitual vuelve a ser lo que era.
En silencio los mares revelan su furia,
olas y simplemente olas de silencio.
En silencio se expresa el corazón cuando afuera llueve y es preciso no hablar para que no entre el agua.
En silencio me quedo sin propósito,
sin voluntad de propósito,
porque cada cual va dibujando con su vaho el espacio de su alma
Lo sé porque estoy en silencio,
atravieso la escalera que lleva hacia el alma de las cosas,
llego al espacio acostumbrado sin propósito.
Estoy otra vez en silencio,
como un navegante que deja el timón de su barco al antojo de las olas.
Aquí y allá algo habla cuando la lengua se cansa,
y los pliegues vocales,
y los dientes,
y la fe,
y la noche.
Estoy en silencio conversando con el tiempo,
nos damos la mano y dejamos de lado la historia.
Yo le digo que el instante es su cuerpo.
Él no entiende,
no sabe de sí mismo sino por las voces que forman su alma.
¿Dónde, sino entre el gentío, el alma pule su oficio de alma,
de incorporar lo invisible del tiempo a la carne y al hueso,
de hacer que las voces tomen su lugar fuera del interior,
y sean un tiempo cosas y otro tiempo almas?
Estoy en silencio,
como decir que esas voces vienen a conversar
y nos entendemos.