
Carlos Sánchez
Taller de adaptación dramática. Transformar lo que otros escribieron. Para llevarlo a escena.
Mónica Perea es dramaturga. El bagaje lo ha ido construyendo desde años ha. De pronto en Hermosillo los espectadores pudimos ser testigos de sus trabajos: R&J bajo la dirección de Cut López, Jauría desde la misma mirada. Recientemente Gordita bajo la dirección de Tristana Landeros y con la actuación de Nabila Nubes. Estos son algunos de los antecedentes.
Y hoy la escritora visita la ciudad en marco de Las Lunas de Urano: Shakespeare en el Desierto que organiza Andamios Teatro, en esa casa tomada convertida en caja de pandora. Arte para todos. Lo hace para compartir el conocimiento en un taller denominado Adaptación Dramática.
Mónica comparte el contenido de su equipaje. Habla de sus antecedentes:
Para mí ha sido entrañable conocer este espacio de Andamios Teatro, de las chicas, la maestra Hilda, y de cómo estamos aquí en resistencia haciendo un poco el trabajo del estado.
Llevo cuatro años trabajando adaptaciones de Shakespeare, empecé con Tito Andrónico, y empecé con otro muchacho que estaba por graduarse de la Maestría en Dirección de Artes Escénicas de la ENAT (Escuela Nacional de Arte Teatral), allá en la Ciudad de México, la primera generación, donde me convocó uno de los directores por recomendación de su maestro Martín Acosta.
Empezamos a trabajar, él tenía algunas escenas de ejercicios montados, yo lo que hice fue ver el trabajo de los actores y a partir de eso empezamos a generar un discurso que también fue consensuado con este director, entonces ya teníamos una línea de trabajo con Tito Andrónico y también algunas inclinaciones. En ese sentido me gusta darle mucha voz a los personajes femeninos, que en la historia de la literatura dramática siempre han sido relegados y en esta visión romántica y con mucha frecuencia, muy machista, hacia las mujeres. Me gusta ahondar en esos personajes femeninos y qué mejor que Shakespeare. A veces creo las lecturas que hacemos de las obras clásicas de Shakespeare, tienden a ser muy machistas pero no nos damos cuenta, por ejemplo, la segunda obra que tuve fue un Hamlet y en ese Hamlet siempre vemos a Gertrudis, la mamá de Hamlet, como una mujer horrenda que se casó con su cuñado y que seguramente tuvo que ver con la muerte del padre e incluso Hamlet de pronto le recrimina, pero leyendo únicamente los textos de Gertrudis, ella jamás afirma ni niega nada, incluso podemos pensar en un desconocimiento absoluto de la situación que estuvo pasando, y bueno todo mundo la juzga diciendo: claro que sabía, cómo no iba a saber, pero yo pienso en estas señoras copetudas de Polanco, que muchas veces se hacen de la vista gorda de lo que está sucediendo o de verdad no conocen las fechorías que están haciendo sus esposos, o que no quieren conocer pero no tanto porque no quieran sino porque su mundo es otro, su forma de ver la vida es otra.
Estamos pensando por ejemplo en la esposa de (Javier) Duarte a quien le encontraron sus escritos de Yo merezco abundancia, en lo que uno podría pensar que es una cosa patética pero francamente hay mucha gente que en verdad cree en eso y para muestra podemos ver esos programas de las kardashian donde esas mujeres viven en otro mundo, y así como hay mujeres que viven en otro mundo, ha hombres que también y es importante que lo señalemos.
La tercera adaptación que hice es R & J con Cutberto López (hijo), un muchacho bastante arriesgado, que creció en el teatro y que tiene muchísima experiencia, que ha buscado trascender las herencias del teatro, que ha buscado su propio lenguaje. Y finalmente tengo dos adaptaciones de una misma obra que es Otelo. Sucedió muy chistoso porque un amigo mío, Oscar Serrano, que es director, actor, hizo una adaptación de Otelo, sintió que no quedaba y me pidió un poco de ayuda para que la obra terminara de asentar, la escribimos en conjunto, y quedó en tono cómico, divertida. Y ya otro muchacho de la segunda generación de la Maestría en Dirección que mencioné antes, me buscó para que hiciera una adaptación de Otelo, y aquí ya la obra quedó un poco más seria, de contar la tragedia y hacerla más contemporánea, nos fue muy bien, ganamos un premio de la Asociación de Críticos y Periodistas Teatrales, la ganamos como la mejor obra de una escuela de teatro. Ya llevo un poquito en el camino de la adaptación.
Aprovechando este camino vine a aquí a compartir mi trabajo con la gente que se inscribió en el taller. Algo que siempre les digo es que yo no vengo a dar la verdad universal de nada, porque creo que nadie la tiene, tengo experiencia adaptando estos clásicos pero también he tomado muchos talleres y cursos y he estudiado bastante de dramaturgia, y lo que yo vine a compartir es la manera en que he trabajado para hacer adaptaciones, partiendo de un análisis exhaustivo de las obras originales y ya después teniendo un texto como resultado, pero algo que me interesa mucho y que espero les haya quedado claro, es que busquen su propia voz, que aunque estén adaptando un clásico que no es de ellos, que lo hagan suyo. En eso está basada la adaptación, en aprehender, apropiarte de un texto de partida, hacerlo tuyo y presentar tu propia versión. No solamente es una adaptación, es un texto que termina siendo una reescritura de la obra que se pretende adaptar.
–¿Cuál fue la respuesta de quienes integraron el taller?
–Fue un poco dispar el grupo, gente con más experiencia, y gente con menos, hubo una persona que viene desde la narrativa, que tiene varios cuentos publicados y como que le ha costado más trabajo comprender los mecanismos teatrales, porque está muy adaptado a la narrativa y no conoce tanto el mundo del teatro, sin embargo algo que me interesa mucho es que los alumnos terminen con una cosa, si bien el taller es breve, lo que más me interese es que se queden con algo escrito, por lo menos con el detonante para que terminen. Hablando con la maestra Hilda Valencia, estuvimos viendo la posibilidad de en unos meses dar una segunda parte del taller, venir y ver cómo terminaron el trabajo o definitivamente lo terminen. El trabajo que eligieron cada uno, fueron cuentos breves, lo que me sorprendió es que los cuentos son bastante interesantes, tienen bastante tela de donde cortar para hacer su adaptación. Me gusta que todos están muy receptivos, trabajando y probando la escritura. Me ha servido mucho en este taller el escuchar cómo los actores están desarrollando el personaje, cómo se escucha cuando hablan en voz del personaje, ahí es donde se nota si están bien los textos, fallas y aciertos de la dramaturgia. Los integrantes del taller han estado escribiendo cosas muy interesantes, lo están llevando bastante bien.
–¿Por qué elegir la dramaturgia como un vehículo para expresar?
–Creo que como la mayoría que se acerca al teatro, yo también quería ser actriz, he hecho cosas de actriz, varios trabajos de actuación. Fue justamente cuando empecé a estudiar la carrera de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM, que me di cuenta que me ganaba lo pensante, que si un maestro decía “acuéstense en el piso”, yo decía, pero por qué hay que acostarnos en el piso y cómo hay que acostarnos, cuál será la finalidad. Mi cerebro siempre se estaba cuestionando y cuestionando y quería llegar a la raíz. A lo mejor las instrucciones eran muy sencillas, pero yo no podía dejar de cuestionarme lo que estaba sucediendo todo el tiempo. Me tocó uno que otro profesor estricto de los que no les gusta que se les cuestione la autoridad, pero yo me decía: no puedo solo estar obedeciendo, también tengo una voz propia, estoy pensando y no puedo callarme, en las letras, en la dramaturgia, encontré esa manera de expresar mis ideas abiertamente y de probarlas en escena, donde se confronta directamente con un público que es lo que me interesa realmente.