Es también, En el mar de tu nombre, una novela sobre el otro. La otredad como la verdad de encontrar ante El Otro nuevos mundos y coincidencias con el mundo personal
Heriberto Duarte
Al primer impacto, al adentrarnos en esta, la primera novela de Carlos Sánchez, estamos cayendo en un libro de duelo. Un duelo sorteado al tan tan del sonido y de las vías del tren. Un camino del desierto hacia el mar.
Como imagen áspera está presente la sed de los migrantes que caminan siempre hacia el norte en el tren que es un reptil de metal. La travesía sonorense: espinas, sol, arena. Las imágenes siempre potentes en la pluma de Carlos Sánchez, dos puntos: “Los sahuaros son cactus que de a poco se convierten en fantasmas.”
En este duelo que el personaje pisotea en su búsqueda, el camino siempre gris ante la tragedia y que solamente se ve iluminado en el recuerdo de quien se busca, vuelve en su cabeza con detonantes claros, para llenar de sol amable al alma que le han robado. Y luego otra vez el paisaje gris.
De a poco el narrador nos revela que a quien busca es una niña. Una catarina, la catarina de las catarinas, las catarinas cómplices, que aletean y son la consecuencia de un amor tan gigantesco que no cabe en las palabras.
Es también, En el mar de tu nombre, una novela sobre el otro. La otredad como la verdad de encontrar ante El Otro nuevos mundos y coincidencias con el mundo personal. Es la realidad también de este norte que desaparece personas, que asesina, que corrompe, que miente, el poder de la mano de la mezquindad y la violencia como plato fuerte del crimen.
Al emprender su camino de duelo, el narrador se deshace de su nombre, para buscar otro nombre en el mar. En el camino cada personaje que se encuentra y también cargan con sus muertos y sus duelos, son también un eslabón más que lo acercan al mar, ahí donde termina la arena y empieza la sal. Su hermana es una ola más cerca del océano. El encuentro con el poeta infinito de Caborca, Abigael Bohórquez, un fortachón de una llantera que pone otra vez catarinas en el cuello, la mesera en Altar y su tatuaje y la función de cine y en cada instante aparece otra vez la niña, la adolescente, la mujer. Los ojos, los labios, el pelo que nuestro viajero anhela.
A momentos, pareciera que esta novela está en el borde de la locura, pero ¿No es alguien en duelo un ser suspendido? ¿No es alguien a quien le detienen la vida? Que le aprisionan el tiempo. ¿No es el duelo también una masa espesa de razones inexplicables?
Quiero puntualizar que En el mar de tu nombre, es una novela mágica, porque nos propone otro concepto de paraíso, una isla dentro de otra isla donde el narrador puede encontrarse con los muertos del camino que ha recorrido siempre con la mirada puesta en los ojos de caracol y en él las alas de una catarina. Emilmar, Emilmar, el nombre del mar de tu nombre.
Los invito con el corazón a poner los ojos en esta novela, pequeña pero inmensa en un viaje que es siempre hacia el interior del pecho.
*Texto leído en la presentación de la novela en Feria Internacional del Libro de Los Mochis.