
Por Gustavo Osorio de Ita
Se ha inventado un perpetuum mobile. Que se corra la voz que se ha inventado un móvil perpetuo, no es el trinquete de Brown, ni el demonio de Maxwell, no es ni siquiera ya una máquina hipotética. Es una idea. Una idea real, asestada en una forma y un espíritu de leer la poesía. Este móvil funciona con aire. Funciona con todos los aires nuevos que se mueven y desplazan justo ahora, simultanea y perpetuamente, a través de la poesía que recorre el mundo y que toca todos los confines, las ideas, los matices y las sensibilidades. Este viento, que es idea y movimiento también, ha cristalizado en la nueva colección de Círculo de Poesía.
Es un movimiento que arranca con el viento suave deslizándose entre el shérdi, la caña de azúcar, oscilante entre la memoria y el recuerdo de la poeta de la India, Sujata Bhatt en Shérdi y otros poemas. Es el mismo aire azul que cruza el juego de ajedrez que Marin Sorescu, poeta rumano, sostiene con la muerte en Alma para todo servicio, viento que pasa por debajo del puente y se abisma en las profundidades de los poemas de la más nueva generación de poetas rusos en Puente y precipicio. Última poesía rusa.
Es el aire que se hace luz detenida, luz compleja, en el Instante claro de la poeta boliviana, Paura Rodríguez Leytón; que se torna añoranza, aroma a cotidiana y cálida ausencia del hogar en Esto fuimos en la felicidad del ecuatoriano Xavier Oquendo; o aire que se manifiesta como oscuro, denso y amargo insuflo en el desencanto vivo de El deseo postergado del poeta mexicano ganador del Premio de Poesía Aguascalientes, Mario Bojórquez.
Es viento que corre en contra del yo y lo atraviesa en Nunca nadie en ningún lugar del esloveno, Aleš Šteger; y también aire quieto, estático y firme, viento que resiste las avanzadas del tiempo y de la historia en la poesía del candidato al Premio Nobel, el poeta surcoreano Ko Un, en su antología Poesía dejada atrás.
Lo que corre ahora es aire nuevo a través de los cinco continentes, como en esa magnífica reunión de aires, fruto del Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2018, En el lugar de la luz. Poesía de los cinco continentes, donde el vendaval inagotable trae consigo la incandescencia, un incendio de voces que se desplaza incansablemente.
Digo entonces se ha inventado este nuevo perpetuum mobile, esta idea que funciona con aire –con inspiración–, una idea que no se cansa, que no va a cansarse de revelar y anunciar las nuevas direcciones por todas las rosas de los vientos, que recorre todos los rumbos por los cuales se mueven los vientos céfiros y alisios, los catabáticos y anabáticos, que habla de la poesía que se está escribiendo. Vientos que vienen con la poesía en la que creemos, la que creemos cambiará la idea misma de la poesía en nuestros tiempos. Que estos aires todos lleven lejos las palabras, las ideas, la poesía, en las que creemos.