El Cine Regis, por supuesto, de Rogelio Cornejo

Según la literatura regional, cada pueblo se merece un libro

Luis Álvarez Beltrán

La práctica de las bellas artes no se limita a los maestros que de una o cada disciplina dominan el saber de los registros antediluvianos y hasta nuestros días de lo que se pintó, esculpió, escribió, de las primeras danzas hasta lo contemporáneo, los iniciadores del teatro, etc… Todo hombre es un artista dijo Joseph Beuys hace décadas, y esa frase retumba de verdad en la cotidianidad de hoy y en la de hace treinta siglos. Todos los hombres pueden ser artistas; esto es, todas las personas pueden ser artistas.

Si de literatura se trata, Orhan Pamuk escribe en el año 2003 Estambul, una novela sobre su vida y la de su familia en una ciudad que es puente entre oriente y occidente en un momento histórico para Turquía y el mundo, que rompe con una tradición cultural que parecía inviolable: La occidentalización de un país musulmán a partir de la emergencia de un gobierno que muchos consideraron dictatorial y antipatriota o desnacionalizador: El republicano Mustafá Kemal Ataturk. Luego el escritor Orhan Pamuk gana el Premio Nobel de Literatura en el año 2006. Esto nada más ilustra que desde Camilo José Cela, pasando por Gabriel García Márquez y por Toni Morrison, Faulkner, Vargas Llosa, hasta enlistar al grueso grupo de los grandes, todos los escritores parten de escribir en primera persona acerca del lugar donde nacieron. Lo que les es más inmediato y lo que guardan como ahorro de experiencia vivencial en la memoria.

¿Es Estambul literatura regional? Bajo el estricto criterio geográfico lo es. Pero también es literatura universal, porque Orhan Pamuk al narrar su adolescencia y el primer amor, nos narra a todos. Al narrar a su familia narra a todas las familias del mundo. No se gana el Premio Nobel de Literatura por escribir un solo libro. La obra de este portentoso escritor abarca una serie de novelas mayores y, si se quiere, la historia entera de su patria. Pero dejemos esto aquí solamente comentando que Octavio Paz demostró constantemente conocer no solamente la entera historia de México sino la historia entera del arte mexicano.

Nos trae a cuenta el libro de alguien que pintó su aldea. En El Cine Regis, por supuesto (Edición de Autor, 2017) Don Rogelio Cornejo, villajuarense de nacimiento y caborquense por adopción, juega literalmente al escritor por medio del atesoramiento de las memorias de su vida y las de su familia en una novela de relatos cuyo hilo conductor es el poblado sonorense conocido como Irrigación y que en la década de los cincuenta cambió oficialmente su nombre a Villa Juárez.

El libro es entrañable porque parte, se desarrolla y finaliza desde una crónica biográfica esmeradamente hilada, con hechos concretos que ahorran contemplación, pausas, vacíos innecesarios. Como si las prioridades de un proyecto de vida y de un proyecto de familia se acometieran sin dudas, sin interrupciones, sin enfado y sin miedo. La crítica moderna de la literatura romántica topa aquí con un perfecto ejemplo de las aspiraciones del sueño mexicano que nace del anhelo imaginario de la Edad Dorada y que centra en eso su búsqueda: El mito occidental de la superación y la consecución de la felicidad como objetivo elevado de los individuos.

El origen humilde de Ubaldo Cornejo y su historia de amor platónico con la joven Natalia, convertido a la postre en amor eterno e inmortal a través de extendida progenie, no sólo narra, como en el caso de Orhan Pamuk en Estambul, los derroteros de un joven y una serie de personajes que ponen la vista en el reparto de tierras cardenista, avilacamachista y alemanista en el Sur de Sonora, el pequeño pero consistente libro de Rogelio Cornejo narra toda una época y un momento trascendental para muchos sonorenses. Si recordamos el paso de Villa por algunos poblados sonorenses, podemos asegurar que la Revolución Mexicana dejó sus marcas de sangre y muerte en nuestro Estado. La transición de un Estado latifundista y medieval que padeció el grueso de la población de nuestro país en el siglo XIX tenía que ver a mediados del siglo XX o tenía que pasar por signos de progreso en que el mexicano común aspiraba a ser dueño de su parcela y por lo menos microempresario del sector agropecuario. Los Cornejo y los Peralta eran mexicanos humildes que estuvieron atentos al llamado del movimiento ejidal y las colonizaciones en el Sur de Sonora. Su historia de migración, de espera, de trabajo y de empresa narra la historia de México de mediados del siglo XX. ¿Por qué se ha de reprochar que sea una historia con final feliz?

Cuando todo mundo habla del sueño americano, el libro de Rogelio Cornejo El Cine Regis, por supuesto, es la historia del sueño mexicano que triunfó en los rostros y en las manos, los nombres y los apellidos, de cientos de miles de mexicanos de la época y a la vuelta de dos generaciones, millones, hasta la certeza de que  la mitad de los mexicanos de hoy que no se encuentran en la pobreza extrema, el abandono y la marginación, no sólo son herederos de ese sueño mexicano de mediados del siglo pasado; sino que son las fuerzas vivas del México honesto y trabajador que se sostiene por sí mismo y muy a pesar del problema sistémico de la corrupción, la impunidad, la inseguridad y el crimen organizado.

Tal vez al recorrer el libro se pueda llegar a la conclusión de que mi lectura ha sido exageradamente historicista o sociológica, porque en realidad el libro de 160 páginas dividido en casi sesenta minúsculos capítulos de tres hojas cada uno, es un entretenido anecdotario cronológico de un pueblo pintoresco, pujante, alegre , pacífico y caluroso, propio de la cultura del norte del país, desde la forma de hablar, la comida, las actividades productivas, la ropa y los ideales, así como la moral y religión.

Rogelio Cornejo (Irrigación/Villa Juárez, 1951) perteneciente a la misma estirpe narrativa de uno de los tres grandes del siglo XX literario sonorense, Don Gerardo Cornejo, nos comparte en esta obra de literatura regional, tan necesaria como cierta es la frase de que cada pueblo se merece un libro, el surgimiento del Cine Regis en su pueblo natal a iniciativa de su padre, Ubaldo Cornejo, quien lo construyó y lo operó en una época en que la tecnología de punta era precisamente esa: el cine, las primeras fotografías, los primeros automóviles y los primeros electrodomésticos. De tal manera que la magia y el motivo constante de maravilla para los herederos de la revolución, así como punto de reunión para chicos y grandes de ese pueblo, era precisamente el Cine Regis, por supuesto. Cada capítulo del libro remata en ese lugar de sueños, emociones, ilusiones y aventuras que fue el Cine Regis en el Poblado Irrigación. La estimada escritora Blanca Rosa López Martínez, en Murmullos del Ayer le dedica un libro de relatos a su pueblo de Tónichi, Sonora, que se hermana con este. El maestro Armando Terán Ross ganó el Concurso del Libro Sonorense en su edición 2009 en el género de Crónica por su libro Crónicas del Callejón acerca del pequeño pueblo que era apenas Cajeme en tiempos de su infancia, con la misma doble y natural urdimbre: Capturar la nostalgia e inmortalizar el recuerdo en una burbuja geográfica, temporal, personal, que convoca a comunión por medio de la literatura. En la misma vena han escrito Don Guillermo Munro, de Puerto Peñasco, Don Miguel Méndez, de Bisbee Arizona pero sonorense por sangre y por cultura; y seguramente docenas de escritores sonorenses han tenido el amor, la pasión, la aventura del sueño dirigido que es el arte, de acuerdo a Jorge Luis Borges, de ejercer la literatura desde cualquier oficio, para describir los hechos que marcaron a personas, épocas, territorios. Es común escuchar decir a las personas de la tercera edad que alguien debería de escribir un libro acerca de algún personaje, algún lugar, alguna época. Es muy loable, enriquece la cultura, sustenta la historia o por lo menos la tradición oral de cada rincón del país y del mundo que, sin duda, tienen peculiaridades, heroísmos, humorismos, trazos de historia, huellas, memorias que salvar, registrar y guardar. El sueño de la Edad de Oro como enfermedad artística de los románticos y que cuenta con millones de adeptos.

Don Rogelio Cornejo Peralta vive en Caborca, Sonora. Alguien de Villa Juárez y del Sur de Sonora podría suspirar las páginas de El Cine Regis, por supuesto.

https://www.youtube.com/watch?v=Zc0OF68JbVs

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