
L. Carlos Sánchez
Diana René Gerardo y Anitza Palafox integran el Colectivo lo que viene del sol. Hacen Teatro. A manera de compañía.
En su más reciente puesta en escena, ¿Ya viste el agua que está llorando ai?, que se presenta en contexto de la Muestra Estatal de Teatro 2018, la investigación periodística es una plataforma, la actuación es una herramienta. Y exponer los acontecimientos de la desgracia. Desde las voces de los personajes la recreación del río Sonora y su contaminación.
Diana Renée Gerardo tiene vocación y sabe lo que quiere. Aquí un atisbo al origen de su profesión:
–Diana, platícame tu primer contacto con el teatro.
–Literal, fue la obra Ricitos de oro, en Nacozari, cuando yo tenía apenas tres años. Pero si puedo elegir ese primer encuentro que me sedujo por complete, será cuando tenía once años y mi papá me llevó a ver Asalto al agua transparente de Las lagartijas tiradas al sol, en unas Fiestas del Pitic. Esa obra, aunque mi edad no me daba lo suficiente para terminar de comprenderla, me sacudió y me llenó de emoción. Yo quería causar esa sensación, esa misma que a mí me cambió la vida.
–¿Por qué hacer teatro?
–El teatro es el espacio que me ha permitido ser yo misma, conocer mi oscuridad y mi luz. Cuando hago teatro no me da miedo hablar de lo que me angustia, me apasiona, me fascina. Ahora es el medio para expresar eso que a mí me inquieta de nuestra realidad. No hay más razón que esa.
–¿Debe el arte tener compromiso social?
–Puede tenerlo o no. Yo elijo tenerlo. Para mí el arte no tiene sentido si no está originado en una inquietud real y relacionada con una realidad social. Estoy
convencida de que el arte puede remover fibras que son esenciales para considerar situaciones que a veces, por distintas razones, decidimos o deciden que debemos ignorar. El arte crea una empatía genuina, cuando se hace con claridad y astucia. En mi caso, cuando se hace con amor.
–¿Qué significa estar en la Muestra Estatal de Teatro?
–Está genial. Es bueno para Anitza y para mí formar parte de una Muestra dónde se puede vislumbrar el quehacer teatral en el estado, sobre todo porque pienso que el público está ansioso por ver qué más se ha pensado durante este año, qué más. Nosotras hemos pensado y estamos apostando por una forma diferente de hacer teatro.
–¿Cuál es tu mayor aprendizaje en: ¿Ya viste el agua que está llorando ai??
–Todo lo que este proceso me ha enseñado, me rebasa. Es muy difícil escoger. El treinta de julio estuvimos frente a los afectados del río Sonora, mostrándoles la obra, nuestra percepción sobre ellos y su tragedia. Al final, después de los emocionantes aplausos, hubo un silencio que para mí fue eterno. Nos miramos en silencio, a los ojos llenos de emociones encontradas. Ese momento de empatía, de entrega, en donde soy capaz de olvidarme de mi ser individual, para convertirme en un pulso colectivo, ese es mi mayor aprendizaje. Vale la pena, cuándo se hace con amor, hablar de la injusticia.
–¿Cuál es tu dramaturgo de cabecera?
–Otra pregunta difícil de responder. Han sido muchos. Me encanta Chéjov, porque fue un genio. Todo lo que él creaba, correspondía a esa realidad que él observaba en ese momento. Estaba completamente comprometido y fascinado con su presente. Aparte de que lo hacía de una forma tan brillante que para mí es entrañable, entrañable.
–¿Qué obra quisieras montar en lo sucesivo de la vida, y por qué?
Estoy muy interesada en seguir por la línea del teatro documental. En este tipo de teatro la obra se va creando conforme el proceso avanza. Sin embargo, hay una obra que sé en algún momento montaré. Se llama Los Justos de Albert Camus. Es una de mis obras favoritas porque muy en el fondo me reflejo en ella. Unos jóvenes revolucionarios sueñan con cambiar el mundo en el que viven. En este intento muchas cosas los hacen decepcionarse y sufrir, sin embargo dan la vida por ese sueño.