“Si quieres buscarme
mira para el cielo”
Kanka
MICHEL AXEL
¿En qué pensamos cuando pensamos en Bailar? El cuerpo en movimiento, sí, el ritmo y los pies, por ejemplo; todo lo demás, dónde, cómo, es complementario.
En el Espacio aéreo les gusta bailar descalzos, a muchos metros de altura y abrazándose de telas de colores, aros y trapecios a manera de pareja, cosa necesaria de apreciarse de vez en cuando para que los ojos rompan con esa cotidianidad donde todos marchamos a la oficina al nivel del suelo. Bajo esa premisa, este viernes 12 de Julio abandonaron la privacidad del salón para tomar el Teatro de la ciudad para compartirnos cómo danzan los aéreos.
A las ocho de la noche las telas bajaron en lluvia de colores, por allá un aro colgado como arracada, una escalera suspendida huérfana de paredes, un trampolín esperando, el violín apresurado de fondo, una cuerda por acá. ¿Qué más puede ser una escalera? ¿las vías de un tren? ¿Y una tela? Quizá un columpio, una nube o una cama; de cabeza el mar puede ser el cielo.
En las butacas nos sujetábamos fuerte del asiento mientras los ojos saltones seguían los pies del amigo, sobrina, hijo, o nieto que escalaba por las telas, y sólo exhalábamos en un ruidoso coro cuando después de volar quedaba suspendido al ras del suelo, pero entrelazado por aquél paracaídas, y sabíamos que no había peligro cuando los veíamos así, con los brazos extendidos, la sonrisa marcada y los ojos cerrados: entonces entendíamos que ahí no había miedo, sino una manifestación de la Libertad.
De ahí partimos, pues lo que sigue es imaginar y crear desde lo imaginado, usando el cuerpo entero para trazar en el aire figuras, y dentro de las figuras mensajes, mundos posibles. Ya cada quién interpretará el mensaje que más lo represente, sin buscar en otro lado algún acordeón que nos sugiera la historia, de ahí que se omitiera el programa de mano, señaló Abel Corrales, director y creador de recintos para volar.
Es en un rinconcito de la 5 de Mayo donde sucede magia todos los días, y con magia me refiero a trabajo duro, allá detrás del portón azul nos encontramos de entrada con la consigna “Pies para qué los quiero, si tengo alas para volar”, y si nos asomamos más de cerca podremos presenciar, entre muchas otras cosas, la disciplina y el amor con el que se trepan a los cielos y la manera de fundirse en los movimientos con las telas que más bien son una puerta a donde nosotros queramos.
Este viernes, en la función de Colgados nos asomamos un poquito a todo lo que se construye en ese Espacio Aéreo, y salimos de la rutina levantando la vista al cielo. Felicidades.