Biblioteca Legislativa del Congreso del Estado: del conocimiento a la emoción

La Biblioteca Legislativa tiene sus puertas abiertas de 8 de la mañana a 5 de la tarde, de lunes a viernes

L. Carlos Sánchez

Algo tienen los libros que al solo pronunciar su nombre se nos revela una emoción. Puede ocurrir que su significado nos remita a la infancia. Nuestro primer contacto con ellos, encima de un pupitre.

Al pasar de los años los libros permanecen como una puerta hacia el aprendizaje. Callados permanecen a la espera de nuestra mirada.

Son los libros quienes forman sociedades, quienes incitan al pensamiento, la reflexión como una consecuencia.

A través de los libros se doma el potro que somos. La mesura en la mirada puede ser consecuencia también de las lecturas que nos hayan acompañado durante nuestro paso por la vida.

Hace poco más de veinte años visité por primera vez la Biblioteca Legislativa del Congreso del Estado de Sonora. Un remanso de paz se convirtió para mí ese espacio donde los anaqueles albergan diversos géneros bibliográficos: historia, administración, contabilidad, jurisprudencias, poesía, novela, cuento, incluso un acervo maravilloso de libros de autores sonorenses.

Hoy he vuelto. En aras de rubricar la existencia de esa biblioteca que me remite a esos años también de formación.

Los anaqueles incólumes resguardan la bibliografía, libros que por su diseño y material, son joyas auténticas. Enciclopedias que también me remiten a la infancia, a esos días previos a la existencia de diccionarios virtuales, a los que regularmente se acude hoy. Cuánta maravilla desenvuelven sus páginas impresas. El papel y su olor.

En aquellos años, los noventa, acceder a la biblioteca del Congreso del Estado, era descubrir la más inesperada aventura literaria. Cómo olvidar la convivencia física entre abogados, académicos, investigadores, ellos en su búsqueda de archivos, yo en la emoción de la lectura portentosa de los perfectos ensayos del nobel mexicano Octavio Paz.

Esta biblioteca es un oasis en el más puro corazón de Hermosillo, Tehuantepec y Allende, colonia Las Palmas, en Hermosillo. La dirección de puertas abiertas. De ocho de la mañana a cinco de la tarde.

Vine, insisto, a la biblioteca, para refrendar la moción. Y encontrar el silencio como un precioso cómplice, porque para leer se requiere el mutis, los libros como único rumor.

A la vuelta de los años me entero de la expansión de sus servicios. La Continuidad en su servicio. Desde octubre de 1994 y a la fecha, la biblioteca es el recinto generoso que nos convoca.

Ahora pude encontrar revistas con temas especializados: de historia, jurídicas, biográficas. Y libros de juicios orales. Leyes, decretos, acuerdos, en archivos digitales. Tiempos traen tiempos, la vanguardia con su paso irrefrenable.

Da gusto saber que la Biblioteca Legislativa y Archivo Histórico, cuenta también con un convenio de colaboración con INEGI, datos y estadísticas a la mano. Todo en un solo espacio.

Para estar informados, para recorrer los años de la historia, para de pronto sorprenderse ante esa joya literaria que por sus años de publicación, sabemos que en otro espacio será imposible encontrarla.

Hoy como ayer refrendo de la gratuidad que se me dibuja en el rostro ante la existencia de estos espacios para la construcción del conocimiento.

La lectura siempre será una transformación constante, en lo individual y en lo colectivo. A leer que es la vía más directa para la paz interior.

Para eso existe La Biblioteca Legislativa y Archivo Histórico del Congreso del Estado.

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