ANARQUISMO: La defensa de la libertad

Foto: Saraclaroscuro

José Alfonso Jiménez Moreno
alpsic@gmail.com
Anarquismo es un término usualmente escuchado en momentos de algidez política. Pero el anarquismo va más allá de una revuelta frente a causas injustas: es una corriente de pensamiento político moderno que se cimienta en la idea de la libertad. Basado en el pensamiento social moderno -que se fundamenta en el uso de la razón como mediadora de las relaciones entre seres humanos-, el anarquismo surge como un movimiento que da la posibilidad de reflexionar sobre la manera en que ejercemos nuestra libertad.

El francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) es el más reconocido de los pensadores anarquistas modernos. Para él, a diferencia de filósofos ilustrados como Kant, la libertad del ser humano no es una idea, sino una necesidad pragmática, la cual se ve coartada por cualquier forma de gobierno. Incluso, la concepción misma de Estado representa para este pensador una forma coercitiva del ejercicio pleno de la autorregulación del hombre y su camino a ser libre. En este sentido, para el anarquista, la libertad se ejerce en las acciones cotidianas. La libertad deja de ser tal en el momento en que las comunidades le ceden al Estado parte de su libertad en aras del aseguramiento de una relativa estabilidad social.

Proudhon sostenía que la libertad no se entrega a un amo, a una religión o a cualquier forma de regulación externa al sujeto. Cualquier intento de entrega de voluntades es un reflejo de opresión del individuo. De esta manera, la política de Proudhon es también una postura individualista. A pesar de ello, sus ideas encuentran cabida en la forma de vida social, ya que el ejercicio pleno de la libertad se fundamenta en la convivencia en paz. Es justamente la igualdad entre hombres y la capacidad de autorregulación de las propias acciones lo que hace posible al anarquismo; en consecuencia, la entrega de voluntades a un amo implica una renuncia a la mayor expresión humana: la libertad, que representa la catapulta del potencial humano.

Para el anarquista, las instituciones, organizaciones y formas de gobierno del Estado no necesariamente representan la voluntad de la libertad de las personas, sino un medio de ejecución de la avaricia humana. La libertad que presenta el anarquismo es, así, sin duda, la posibilidad misma del ejercicio pleno de todo lo que el ser humano puede ser y la responsabilidad de ejercerlo. Significa la aparente utopía de voluntad de las personas, orientadas a ser responsable de sí mismas y, en consecuencia, a que cada individuo en lo particular sea responsable de todos sus congéneres. Siendo así, el anarquismo no pretende una libertad desmedida y el caos total, sino que seamos responsables de nuestras acciones al ser conscientes de que lo que hagamos afectará a los demás.

Aunque el anarquismo no ha sido una política concretada en formas de vida cotidiana, representa una vía de reflexión en tiempos de coerción del Estado Mexicano y del olvido de los gobernantes respecto a sus representados. Es una propuesta política fundamentada en la no violencia, ya que la violencia es una manifestación del deseo de dominio contra el cual el anarquismo lucha; es, de esta manera, un ejercicio de reflexión individual respecto a la posibilidad de ser responsables de nosotros mismos y de la procuración de la libertad humana. Representa la belleza del desarrollo pleno del ser humano.

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