Texto e ilustración: Andrea Méndez
¿Existirá algún texto dedicado a la ventana? Ya saben, uno donde no sólo sea una ventana. Bueno, irónico; donde se muestre más allá de la ventana.
Quiero decir, qué es una ventana.
Tal vez, lo mucho que importa una ventana. Digo, sólo piensen la variedad de usos que se le dan a una ventana.
No, no sólo se puede ver a través de ella.
Quizá, extrañamente una ventana puede ser una persona, o relacionarse con ésta.
Transparente, tornasol, adaptable, a veces fría, a veces cálida. Abierta o cerrada. Frágil o dura.
Ana, tal vez estoy describiendo a Ana, a Ana la Ventana.
Viento; el sonido chillante que hace Ana cuando hace viento. Ana llora, Ana ríe.
Puedes ver a través de Ana. O quizás no.
¿Qué es eso, ese reflejo? ¡Todos somos Ana!, todos somos una ventana; me veo. Soy Ana. Ana la ventana.
****
Aparente cordura
Tus labios; un confín que nos une de la aflicción de nuestros cuerpos descarnados y rotos.
Rotunda curva se desliza por tus muecas.
Montañas en las que quisiera residir el tiempo que me queda cuerdo. Y si la locura me llega a mal tiempo, juro simular que sé lo que digo.
Si de tus ojos se tratáse, no haría más que decir que son tuyos.
Si mi vocablo te causa discordia, es sólo que me gusta confundir a las personas.
Y ahora heme aquí, aparentando la cordura.