Acerca de Adamantium, de Hugo Medina

Manuel Parra Aguilar

 

Fue hace un par de meses atrás (o tal vez un poco más) que me reuní con Hugo Medina para conversar un poco sobre su, hasta este momento, último libro publicado: Adamantium(Bonobos-ISC 2018). En esa charla que mantuvimos, entre otras cosas de las que hablamos, Hugo me comentó que el libro lo había iniciado allá por el año 2014, aunque el tema de la atmósfera en los videojuegos lo había tocado en su libro de ensayos La soledad y el poder (2006):

En La soledad y el poder hablo de la programación de los videojuegos, cómo se refieren a las vidas (no a una sola), a todo lo que yace inconscientemente en esa programación de los videojuegos, la cual no es tan simple. [El plural de la vida] es una parte esencial de un videojuego, lo cual responde a algo específico del ser humano: el impulso de vivir eternamente. En La soledad y el poderme refiero a Dragon bally a los videojuegos; son los años en los que más o menos estaba configurando de alguna manera Adamantium, pero no sabía cómo abordar este tema.

He aquí una confesión que le hice a Hugo Medina en esa charla: si bien algunos referentes se me escapaban por mi desconocimiento de héroes y villanos, otros más se hallaban muy cercanos a mí, lo cual me hacía recordar una maravillosa y nostálgica etapa de mi vida: el hecho de formarme para jugar a las maquinitasen la única tienda del barrio que tenía el Street Fightery el Super Mario World, e incluso la lectura de Adamantiumme recordó cuando me despertaba muy temprano los fines de semana para ver Caritele y dejarme llevar por la conducción de Adriana de Castro y el Carisaurio, quienes presentaban el capítulo de los Caballeros del zodiacoy otras entrañables series animadas que, no sin cierta intención, Hugo incluye en este libro de poemas.

Adamantiumme refiere esa nostalgia de las series animadas y videojuegos como Super Mario Brosy sus niveles 3-1; 4-2; 5-2… en fin, niveles en donde podías sacar las que, según el mito urbano, eran cien vidas, cien posibilidades de vivir y cien posibilidades de morir, aunque por lo común le daba la “vuelta” al juego o me aburría antes de terminarme las cien vidas. Hablo del ser y la eternidad, temas que le son muy afectos a cierto tipo de literatura. Dice el poema “Super Mario Bros Poetry”:

Futuros arqueólogos hablarán de un Dios

de cañerías, bucles, flores de fuego y estrellas,

que sacaba del sonido de monedas,

de cien saltos sobre una tortuga,

cien vidas más para morir casi cien veces más.

Cuando leo un poema como el anterior, me pongo a realizar una de las actividades que últimamente hago, a falta de consola de videojuego: el pensar sobre las posibilidades discursivas.

Si bien es cierto que no hace muchos años atrás a la poesía se le tenía como un arte de unos cuantos, parece ser que en los últimos años -pongamos por ejemplo poco más de medio siglo- con la poesía pop ello cambió, y los referentes no son tanto los propios textos literarios sino otros más cercanos a los lectores contemporáneos.[1]

El pop poético “es una representación directa, una aprensión de los elementos actuales, elementos primarios de una sociología artística y por lo tanto, de naturaleza simplemente testimonial, en lo que reside su carácter objetivo”, nos recuerda Sergio Ramírez. Entonces, por poesía pop entiendo aquel tipo de poesía que aprehende lenguajes actuales de la cultura popular, llevándolos a un plano testimonial, el cual parte de la necesidad de expresarnos, como le sucede a Hugo Medina con su libro de poemas.

En Sonora tal vez sea Cristina Rascón Castro con El agua está helada(2006) y Eve Gil con su libro Sho-shan y la dama oscura(2007) las dos escritoras pioneras de esos otros ambientes un tanto exóticos, ya que ambas narradoras abordan temáticas relacionadas a los otakus, kimonos, e incluso el Monte Fuji y montañas amarillas, rojas, azules, entre otros colores. En poesía ignoro qué autor introdujo este tipo de discursos, sin embargo un poeta que a mi modo de ver ha logrado crear una profundidad reflexiva y lúdica sobre la cultura popular (particularmente estadounidense) ha sido el Iván Figueroa de la trilogía The American Dream. Parte de todo esto es lo que charlaba con Hugo Medina días atrás.

Merecedora del Premio Concurso del Libro Sonorense 2017, Adamantiumes libro dividido en dos partes o volúmenes, como lo denomina Hugo. Las secciones son Inmortal y Súpervillanos. Desde el título (el adamantium es una poderosa aleación de metal indestructible, aunque ficticia; esto ahora lo sé) el libro nos plantea cierto tipo de lectura en la que se halla toda la cosmogonía de los comics, del ánime y los videojuegos, como lo indican algunos títulos de poemas tales como “Oda a la cabeza de Ryuk”, “Mazinger Z postrero”, “Spiderman”, “Hulk”, “Super Mario Bros Poetry”, “Red Skull” o “Iron Man en el mar”, por mencionar algunos títulos que me hicieron recordar que el pasarme horas y horas frente al televisor era la onda en los años noventas del siglo pasado. Pero Adamantiumno solo es eso, nostalgia, sino que un lector malicioso también podrá encontrar esa otra literatura “comprometida” con la literatura, con relaciones intertextuales como citas o referencias cultas, siendo las explícitamente señaladas Octavio Paz, Jaime Sabines, entre otros más, ya sea con títulos de los poemas o formas dentro del libro; basta leer un poco del poema titulado “Shóryukende amorosa raíz”,[2]cuyo título poema me recuerda a cierto poema del divo de Acaponeta, el gran Alí Chumacero. Dice el poema de Hugo:

Alguien de sáfica melancolía

dijo en aire de versos cosmogónicos

que antes del Dios y su luz y su esencia

ya éramos tú y yo.

Con elementos narrativos y referenciales, en Adamantiumme parece que destaca cierto carácter descomprometido que se le suele dar a los cómics, a los ánime o videojuegos, pues el libro nos abre la posibilidad de entrar a ese otro mundo de simulación, el cual de cierta manera también lo ofrece la literatura. Y es que acaso los mismos cómics, el ánime y videojuegos también abordan los grandes temas de la historia, como el ser y la eternidad, como justamente me lo señalaba Hugo:

En Adamantiumpropongo acercarnos a los grandes temas desde otra perspectiva, desde referentes populares o, mejor dicho, referentes con los cuales te puedes relacionar más fácil con los temas, algo más cómodo que leerte todo un tratado de filosofía o un cuento de Borges, que ambos son fascinantes, pero si invitas a leer a Borges a través de un poema del hombre araña, tal vez pega para que el lector llegue a Borges o Kierkegaard, por decir algo.

Ahora bien, anteriormente dije poesía pop y aquí tenemos dos aguas: o se le considera poesía o como un tipo de poesía exclusiva para quienes inician en las lecturas no solo literarias, pues a este tipo de lector poemas como “Piedra de sol” o “Canto a un dios mineral” tal vez no les diga mucho, mientras que poemas que refieran al Doctor Doom o a la neurosis del Dr. Manhattan pueden ser un primer punto de partida para conocer, para acercarse a esa otra literatura.

Por el contrario, para lectores más avezados que buscan referentes netamente literarios, en AdamantiumHugo Medina se apropia de esos otros discursos populares y los incluye junto con todas las herramientas actuales, con las redes sociales y las distintas literaturas cultas que existen.

Es en este sentido que con formas libres, en AdamantiumHugo expone no solo lo que vio y experimentó en su infancia con Mazinger Zo las cien vidas de Mario Bros (o como cualquier otro chavorruco de hoy probablemente lo habrá hecho, a falta de Internet y las redes sociales), sino también lo que nosotros podemos ver y leer en comics: toda unacosmogonía utilizada en ese otro arte, con temas afines a los literarios: desde el terrible don de la eternidad en Logan, por ejemplo, poema con el que abre el libro (no quiero decir un spoiler, pero vale la pena el acercarse a descifrar ese “eco de un alarido” del Wolverine en el penúltimo poema del libro), o bien lo efímero de la vida y lo vulnerable que es el cuerpo, recordándonos que los superhéroes, al igual que nosotros, estamos atados en el tiempo y que este sigue su marcha y el cuerpo se deteriora poco a poco, como le puede suceder a cualquiera, incluido Peter Parker cuyo poema, “Spiderman” concluye:

Allá a lo lejos del derrumbe,

ancianos melancólicos y fantásticos se asoman a la orilla,

aferrados a las asas de las andaderas,

al fondo de las cúspides,

y se atreven a soñar con ángeles arácnidos.

Se lanzan y, mientras caen,

al fin piensan

que Spiderman no existe.

“Algunos fanáticos crecen con sus superhéroes, cierto sector de la población se hace vieja al lado de Spiderman”, dijo Hugo en aquella ocasión que charlé con él respecto a su libro. Yo ya no soy el mismo joven núbil que espera el finde para ver Caritele… ahora veo los fails en YouTube casi todos los días.

Anteriormente mencioné a Ronald Gross, destacando su poética pionera en hacernos ver el lenguaje del marketing desde otro punto de vista. A diferencia de Gross, Hugo Medina crea sus mensajes a partir de su interpretación de esas obras aludidas en los títulos mismos, ello mediante un desarrollo en el cual me parece no encontrar solución alguna al paso del tiempo ni a esa realidad alterna que se encuentra en la ficción o, mejor dicho, a esa otra posibilidad de ser, como lo ofrece la literatura. Respecto a esto, recuerdo que Hugo me dijo:

Yo siempre había querido escribir algo sobre los videojuegos, sobre el Contra, el Mario Bros, el Zelda; quería escribir un poema sobre la geografía de los videojuegos, como si en verdad existieran esos lugares y pudieras visitarlos,  o como que la voz poética los visitó.

En Adamantium, no sin cierta malicia, Hugo nos invita a participar en la trama de cada uno de los poemas.

Empecé a ver que podía escribirlo [Adamantium] de superhéroes, de lo que me interesa, y por mi hijo, que por ese año que inicié el libro [2014] jugaba a los superhéroes y juntos veíamos muchas películas. Fue por José Ismael que me metí a escribir de este tema y a mí me ayudó porque visité parte relevante de mi infancia, momentos específicos que viví con series como Los caballeros del zodiacoMazinger Zpor las mañanas, o el jugar videojuegos, como Mario Bros.

Lo anterior me obliga a pensar que tal vez todo lo que hasta aquí he mencionado sea solo una idea, una propuesta de lectura; puede que Hugo Medina, detrás de ese gran Bowser del lenguaje y los discursos, se encuentre sonriendo por haber llegado a la meta. Si esto es así, cualquier lector de Adamantiumpodrá descubrir que el objetivo lo ha alcanzado.

 

 

[1]Al leer un libro como Adamantiumme viene el recuerdo de Ronald Gross y susPop Poemsde 1967; hoy puede ser algo de todos los días, pero en su momento Gross nos mostró que esos otros discursos de la cultura popular también podían estar dentro de los poemas, aunque Gross se centró en los eslóganes publicitarios.

 

[2]He aquí un pequeño paréntesis con Ryu: según una leyenda urbana, la frase que aparecía cuando Ryu vencía a un oponente, “Debes derrotar a Sheng Long para tener una oportunidad” era una mala traducción del Shóryuken, uno de los poderes que usaba tanto Ken como Ryu a manera de un puño de dragón ascendente.

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